sábado, 14 de febrero de 2009

Lectura crítica de la posición del analista como Muerto

Así como hay tiempos lógicos en la cura, también de acuerdo al tiempo en que se esté en la dirección de la cura y a como se esté desarrollando la lógica de esa cura, hay distintas posiciones del analista que la dirige. Por supuesto es de nuestro interés abordar y trabajar de qué se tratan las mismas ya que somos nosotros los que debemos encarnar ese lugar.

En lo que es mi experiencia clínica he venido escuchando en distintos pacientes que re-iniciaban el tratamiento, la queja de que el analista “no les decía nada”, sabemos que la función del analista no se trata de tener que “hablarle al paciente”, y más allá de suponer que esta queja estaba relacionada con la posición neurótica que pide que le demanden, me pareció necesario levantarla y me incitó a pensar de qué se podría tratar esto.

No parecía tan desacertada esta queja de los pacientes ya que hacia la década del 70, Lacan en un texto que está publicado en “Intervenciones y textos 2”, “La Tercera”, hablando del discurso psicoanalítico como el recién llegado advertía a los analistas... que sean más sueltos ,más naturales cuando reciban a alguien que les pida un análisis "...No se sientan obligados a darse importancia. Aún como bufones que estén se justifica. Soy un payaso, sigan el ejemplo y no me imiten. La seriedad que me anima es la serie que ustedes constituyen. No pueden a un tiempo ser y estar en ella...”, esta indicación es importante, por un lado da cuenta del manto de impostura de cierta elite de psicoanalistas.

Este problema nos obliga a pensar cómo se ubica Lacan para la constitución de la serie de los analistas ¿si el lugar cero es ocupado por Freud, el uno es ocupado por Lacan? Veremos qué problemas puede traer esto, por otro lado la referencia a lo que va a trabajar en el Seminario XIV redobla lo dicho en La Tercera, pienso donde no soy, donde para poder estar en la dirección de la cura, estar en función analista, para ofertar la persona habrá que desistir de ser el analista.
Y a continuación presenta el nudo de I, S, R, "...como lo que actúa en la palabra, cuando ustedes son el analista...”.

A mí me resulta muy precisa esta indicación, esta referencia a los anillos que hacen nudo borromeo, la cual va a repetir bastante en este texto, además nos permite articularlo con lo que propone en la “La dirección de la cura y los principios de su poder”, el analista debe pagar

-con palabras
-con su persona
-con lo que hay de esencial en su juicio más íntimo, con su ser en tanto falta en ser.

Son tres formas de pensar al analista articulado a sus tres registros.

Estas referencias que les propongo de fechas tan distintas nos permiten inferir que ya en el transcurso del establecimiento de su enseñanza se producía la interpretación de privilegiar algún registro en lugar de poder situar la importancia de la articulación de los tres.

Pagar con palabras ¿qué significa ? que el analista debe leer, implica el acto ético de establecer una lectura y no otra, siguiendo la indicación de lo que plantea en el Seminario XI, la interpretación no está abierta a todos los sentidos, exige del trabajo del analista para establecerla.

Y esta lectura es necesaria para precisar la estructura del A (Otro) que le tocó al sujeto, Milner en “La obra clara”, nos propone una figura para pensar lo azaroso y lo contingente de ese Otro con la tirada de dados, mientras se baten los dados en el cubo pueden ser cualquier significante, una vez que se da vuelta el cubilete sobre la mesa quedan establecidos cuales serán esos significantes, entonces se podrán escuchar e indicar en el discurso del sujeto.

Pagar con su persona, ofertarse como soporte para el establecimiento de la transferencia, o sea soportar la complejidad de trabajar con una materialidad de dos dimensiones, como es el discurso que se produce entre analizante-analista, teniendo que estar en tres dimensiones.


Pagar con lo más esencial, con su falta en ser, haciendo semblante del objeto a. Ser la causa de deseo. Puesto que el deseo es el deseo del Otro.

Vemos como los tres registros están desde el principio juntos.
En función de lo que vengo planteando me parecía interesante interrogar la metáfora del muerto que aparece en este texto “La dirección de la cura y los principios de su poder”, ya que mi hipótesis es pensar qué lectura se hizo de esta palabra utilizada por Lacan, y por lo tanto qué consecuencias clínicas produjo. En este sentido lo que yo propongo pensar es que se hizo un ideal de analista labios cocidos, rostro cerrado, que no tienen la misma finalidad en el bridge que en el análisis, y pensar qué lugar tuvo la transmisión y el estilo del mismo Lacan.

En este texto que estoy citando aclara que el analista se adjudica la ayuda de lo que en ese juego se llama el muerto, el juego es de dos parejas donde una de ellas establece al inicio del juego que bazas va a realizar, en esta pareja uno de los compañeros es el muerto, él y sus cartas son el muerto y es el que las deberá dar vuelta sobre la mesa. Entonces el analista se adjudica la ayuda del muerto en tanto el inconsciente estructurado como un lenguaje, para hacer surgir al cuarto que lo podemos pensar como el sujeto, “por cuyo juego el analista va a esforzarse por medio de sus bazas, de sus estrategias, en hacerle adivinar la mano, nos está indicando el lugar del analista operando.

La metáfora del bridge nos posibilita pensar la estructura de a 4, los 4 jugadores, el que tiene el material a leer es el muerto, las cartas como la estructura significante. En este sentido el analista deberá saber jugar las cartas o leer el texto del paciente, para que aparezca el sujeto, el asunto, que se articula y aparece como efecto de la lectura de la estructura significante particular.
Nada menos parecido a un muerto en este sentido, el lugar del analista.
Del concepto de sujeto que se tenga, y articulado con ese concepto el de la acción del analista, o sea, de como conceptualice al sujeto y como y que considera respecto a su acción, se verán las incidencias en la clínica.

Me parecía importante pensar si no habrá por parte nuestra un descreimiento del poder generativo del significante, porque en tanto el analista no pregunta ,el significante está muerto, se produce un vacío ahí, que por lo tanto no habilita ninguna lectura, más bien el analista redobla ese vacío con su silencio, si nos quedamos con que el significante mata la cosa no podemos hacer nada, además la incidencia de la estructura significante sobre el ser viviente produce un sujeto, y en ese sentido lo real del ser vivo es transformado en otra cosa, un R articulado a un S, y a un I.

Tal vez la pregunta que se plantea es la diferencia y si la hay, entre la posición del analista y la acción, o sea desde dónde el analista produce determinada intervención. Considero que ambas deben pensarse juntas, con qué ética y política orienta su táctica el analista, nos permitirá leer retro activamente desde que posición interviene el analista en transferencia y será en relación a esa posición que la acción tendrá unos efectos y no otros.
Para poder ubicar desde dónde orienta su acción, en el sentido que la acción no valdrá en sí misma sino desde dónde, con que ética la produce, es que podremos pensar qué es esto de hacer el muerto.

Recorriendo algunos textos se puede situar:

En “La cosa freudiana o el sentido del retorno a Freud en psicoanálisis”, en el apartado “La acción analítica” dice:”...el analista interviene directamente en la dialéctica del análisis haciéndose el muerto, cadaverizando su posición ya sea por el silencio, allí donde es el Otro (Autre), con una A mayúscula, ya sea anulando su propia resistencia allí donde es el otro (autre) con una a minúscula. En los dos casos, y bajo las incidencias respectivas de lo simbólico y de lo imaginario, presentifica la muerte.

Pero además conviene que reconozca, y por lo tanto distinga, su acción en uno y otro de esos dos registros para saber por qué interviene, en que instante se ofrece la ocasión y como actuar sobre ello.”

Aquí hay una indicación de Lacan en relación a que lo que deberá anularse es que el analista aparezca con sus resistencias como semejante, pero no deberá anularse que el analista también juega la partida como otro en tanto que persona presente allí , registro necesario del otro para sostener la transferencia donde podrá aparecer el sujeto.

Distinguir la acción, poder situar desde qué posición la produce el analista y qué efectos tiene en la dirección de la cura, por lo cual la referencia a los tres registros es fundamental. En este sentido creo que nos permite pensar lo que plantea en “Variantes de la cura-tipo” en el 53”, en la Pág. 334 “...sabe menos bien que lo que responde es menos importante en el asunto que el lugar desde donde responde...”
En este texto también aparece la referencia al muerto, más precisamente a la muerte como lugar tercero necesario que interviene en la pareja, en la relación imaginaria, donde indica el despojo por parte del analista, de la imagen narcisística de su yo, para reducirla a la sola figura, del amo absoluto, la muerte (esta referencia es por la influencia de la obra de Hegel en los primeros años de la enseñanza de Lacan).

Lacan se pregunta ¿qué debe ser el yo del analista?, viene hablando en respuesta a Balint acerca de la relación dual y dice “no podrían rectificarse sin que se recurra a la mediación que constituye entre los sujetos la palabra esa mediación no es concebible sino a condición de suponer en la relación imaginaria, un tercer término, la realidad mortal, el instinto de muerte”.

“...Para que la relación de transferencia pudiese escapar a estos efectos, sería necesario que el analista hubiera despojado la imagen narcisística de su yo de todas las formas del deseo en que se ha constituido para reducirla a la sola figura que bajo sus máscaras la sostiene, la del amo absoluto, la muerte..."

En el seminario V “Las formaciones del inconsciente” 1957-1958, en la clase 8 plantea... “ Todo lo que se realiza en el sujeto, depende de lo que se plantea como significantes en el Otro.

El cuarto término es el sujeto, pero como es él y como es en efecto inefable, estúpido no tiene su significante. En las tres puntas del triángulo edípico él está afuera, depende de lo que va a suceder en ese juego y es el muerto en la partida”.
Esto es contemporáneo de lo que plantea en “La dirección de la cura.”

La metáfora del juego en el caso el bridge, donde aparece como el muerto el compañero del analista y alternativamente el compañero del sujeto, está entre ambos.
En el seminario VIII (1961) en la clase 13 hace la crítica a la contra transferencia, donde dice…”se entiende como contra transferencia todo lo que en el analista representa su inconsciente en tanto que no analizado, es nocivo por su función, para su operación de analista, discurso al cual no subscribe de entrada.

Aparece lo que llamaré el ideal estoico que uno se hace del análisis. La vía de la apatía estoica, el hecho que permanezca insensible, a las seducciones de este pequeño a, que tiene sobre él un poder, ¿quiere decir que esto sea en sí, solo imputable a algunas insuficiencias de la preparación del analista? No en principio…”.
“¿Por qué un analista bajo pretexto que está bien analizado sería insensible?
Debe haber algo fundado en esta apatía del analista, el analista está poseído por un deseo más fuerte, una mutación en la economía del deseo”.

“...El analista juega con un muerto y debe haber algo allí, de jugar el muerto en este pequeño otro en él, que en la posición de la partida de bridge, el S que es él tiene frente a él su propia pequeña a, por lo que está consigo mismo en su relación especular..."

El analizado tiene su partenaire representado por S (barrado)
La paradoja de esta partida de bridge analítica es esta abnegación que hace que el analista deba ayudar, al S a encontrar lo que hay en el juego de su partenaire y para hacer este juego de quién pierde gana, del bridge, el analista no debe complicarse la vida con un partenaire y es por eso, que se dice que el i(a) del analista debe comportarse como un muerto, quiere decir que el analista debe saber lo que hay en la mano. Todo podría hacer suponer que el analista es un ser superior. No es así.
No somos nunca igual a nuestra función. El analista debe tener en cuenta los sentimientos que maneja en el análisis.

La idea del deseo del analista aparece en forma de interrogación hacia el 59 en el seminario VI y en el mismo texto de “La dirección de la cura y los principios de su poder” en la medida que comienza a diferenciarse de la teorización hegeliana del deseo.

En relación a lo que plantea Colette Soler considerar que la ecuación personal debía ser reducida a nada, creo que es necesario diferenciar ecuación personal no es igual que persona y que se ha producido un deslizamiento en leer el moi igualado al i(a), en tanto menos interviene el analista mejor analista es, por eso lo paradójico de nuestro lugar es como ofertar nuestra persona sin que ella en tanto imagen narcisística intervenga.

En relación a lo planteado considero que se ha hecho ideal de analista muerto, creo que el problema se puede pensar a partir de ver qué se ha producido como respuesta frente a ocupar el lugar de analista, como en tanto el lugar de I (A), lugar del ideal del yo, como el significante que se erige como insignia, como rasgo del uno, este uno del Otro es tomado como punto de identificación para dar consistencia al ser, por los analistas. Se introduce este punto de ideal que está en el OTRO desde donde el I(A) me ve como al Otro le gusta verme, conformando un ideal de analista al cual estar a la altura, al que se termina creyéndose por identificación, respuesta que creo que el lacanismo ha generado a expensas de haber criticado al postfreudismo en su conceptualización del encuadre, en el sentido que ellos sostenían ese ser vía la rigidización del encuadre.

Entonces es pertinente la pregunta ¿Qué se espera de un analista? si en relación a quién espera ubicamos la comunidad de los analistas parece que esto implica un semblante ostentado un semblante más de la cuenta ya que se produce el mecanismo por el cual para mostrarse amables al Otro se introduce a modo de S1, este ideal que se erige en relación a su imagen narcisística, S1 ideal de analista, construido a partir de ciertos enunciados de Lacan.

En el Seminario XV Lacan dice no hay analista, en el sentido no hay “el analista”, así como hay analizantes en el caso por caso, hay analistas en lo particular. Esto significa la difícil tarea de soportar, sostener la no existencia del Otro del Otro, .dejarse poner por el analizante en el lugar del objeto a para desde allí ser eyectado al final del análisis.
Me parece interesante y me es útil pensar en el grafo del deseo la posición del analista. En el primer piso en el lugar de A, deberá hacer el recorrido para pasar a S(A) (significante de una falta en el Otro) y que este recorrido implica “curarse de ser el analista”. Es necesario en la dirección de la cura que sea entre analizante y analista se haga ese recorrido, que la cura de la neurosis depende de este cambio en la posición del analista, que del S s S pueda ubicarse como semblante de a.

Por eso creo que abandona la noción de muerto y ya a partir del 58” y en la “Dirección de la cura y los principios de su poder” plantea el concepto de deseo del analista como interrogación.
En el Seminario VIII clase 7 1961, está dándole vueltas a que debe ser el deseo del analista y dice”... ¿que debe quedar de sus fantasmas? si la castración es eso que debe ser aceptado en último término del análisis, cuál debe ser el rol de su cicatriz, de la castración en el eros del analista?

Son preguntas difíciles de responder, se trata de articular, según las referencias que pueden ser articuladas a partir de una topología ya esbozada como las coordenadas del deseo del analista, no puede bastarse con una referencia diádica...”
Cae la noción de muerto, en su lugar comienza a esbozarse esta noción nueva, que es el deseo del analista, pero el contenido de la interrogación es la misma, ¿qué pasa con el lugar del analista en tanto es ocupado por una persona?

En relación al problema que introduce, que es cercar y formalizar el concepto de deseo del analista, la cuestión está en pasar de ofertar el sujeto supuesto saber a ocupar el lugar de a, en ese sentido el ideal del yo está facilitado por la estructura del dispositivo o sea por SsS, por eso en algún punto es obstaculizador y lo que aparecerá como motor es que el analista pueda habilitarse otra posición, en tanto él también se halla curado de la ilusión de ser, que le aporta el SsS, por eso creo que el grafo nos orienta para pensar simultáneamente la articulación del deseo del sujeto y el deseo del analista, ya que el analista tendrá en su recorrido que estar orientado él y apuntando hacia S(A), el significante de una falta en el Otro, arriba a la izquierda.
En el Seminario XI, clase 19 Lacan dice “...por eso detrás del amor llamado de transferencia lo que hay es la afirmación de la ligazón del deseo del analista al deseo del paciente, es el deseo del paciente en su encuentro con el deseo del analista...”

Y en el Seminario XII, clase 16 viene hablando del análisis como un juego y del analista como el conductor dirá”...el deseo del analista en la operación, lleva al paciente a su fantasma original, eso no es enseñarle nada, es aprender de él como hacerlo, el analista se hace el deseo del paciente, no porque al paciente le sea dictado el deseo del analista. El juego como tal es lo inesperado…”
Esta cita nos permite ver como sostiene la metáfora del juego, el analista como el compañero del sujeto y a la vez como el conductor de ese juego.

Siguiendo este desarrollo nos deslizamos a otro tema que es el fin de análisis y la pregunta es como se conduce el juego hasta ahí, en principio la operación deseo del analista debe permitirnos ir más allá de la roca viva de la castración.


Lic. Mariana Stavile
Psicoanalista

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